"No veo ninguna razón por la cual la inteligencia
no pueda ser transmitida instantáneamente mediante la electricidad",
dijo en 1832 el físico norteamericano, Samuel Morse, inventor del telégrafo
eléctrico y del alfabeto que sirve para comunicarse por ese medio.
"La neuroelectrónica es el tipo de fuerza energética generada
por el contacto establecido entre la inteligencia natural y la artificial
de cualquier sistema electrónico de comunicación", escribía
Antxón Sarasqueta en un
artículo de prensa publicado el 1 de agosto de 2000.